“Si Cristo no hubiera resucitado, vana seria nuestra fe” (I
Corintios 15,14)
Venció a la muerte y con alegría celebramos su
Resurrección. Este hecho es nuestra esperanza. Encendemos el Cirio Pacual, en
representación de la luz de Cristo resucitado. Es la fiesta más importante para
todos los católicos.
Recordemos algunas de las palabras pronunciadas por
el Papa Benedicto XVI en su homilía la noche de la Vigilia Pascual del año 2011:
La resurrección de Cristo no es fruto de una especulación, de una
experiencia mística. Es un acontecimiento que sobrepasa ciertamente la
historia, pero que sucede en un momento preciso de la historia dejando en ella
una huella indeleble. La luz que deslumbró a los guardias
encargados de vigilar el sepulcro de Jesús ha atravesado el tiempo y el
espacio. Es una luz diferente, divina, que ha roto las tinieblas de la muerte y
ha traído al mundo el esplendor de Dios, el esplendor de la Verdad y del Bien.
Así como en primavera los rayos del sol
hacen brotar y abrir las yemas en las ramas de los árboles, así también la
irradiación que surge de la resurrección de Cristo da fuerza y significado a
toda esperanza humana, a toda expectativa, deseo, proyecto. Por eso, todo el
universo se alegra hoy, al estar incluido en la primavera de la humanidad, que
se hace intérprete del callado himno de alabanza de la creación.
Con su triunfo, Jesús nos abre las puertas del
cielo. El Domingo de Resurrección es el aniversario de Su victoria. Es la
alegría plena que sigue al dolor de Su pasión.