martes, 21 de agosto de 2012

Corazón Inquieto

¿Eres joven y deseas vivir una experiencia de fe?
¿Estás dispuesto a recibir a Cristo en tu vida?

Anímate y sé parte del 1er Corazón Inquieto, porque eres el rostro joven de nuestro Salvador en la Tierra. Atrévete a ser constructor del reino de Dios en la tierra. 

Lugar: Colegio Santo Tomás de Villanueva
Fecha: 7, 8 y 9 de septiembre

¿Qué debes hacer para formar parte de este encuentro?
1) Busca tu planilla con el Padre Miguel Núñez en la parroquia Nuestra Señora de la Guadalupe.
2) Acércate este sábado 25 de Agosto a formalizar tu inscripción a partir de las 3 de la tarde.
  
"Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto, hasta que descanse en ti”.
 San Agustín


martes, 7 de agosto de 2012

Cristo, pan de vida

Fragmentos de la Homilía del cardenal Jorge Urosa Savino en la Eucaristía de clausura del ENAJÓ 2012 (Domingo, 5 de agosto)

Con esta solemne y festiva  Eucaristía,  estamos celebrando nuestra fe. Nuestra fe en Jesús, el Señor, aquél que tiene palabras de vida eterna. Hemos escuchado un hermoso pasaje del Evangelio de San Juan en el cual Jesús, luego de haber multiplicado los panes, explica el sentido de ese gran milagro: Dios Padre les está dando ahora al pueblo de Dios el verdadero pan de vida, que es el mismo Jesús (Jn 6, 24-35). En ese pasaje Nuestro Señor nos  promete el maravilloso don de la Eucaristía, el banquete sacrificial con el cual se actualiza hasta el fin de la historia su pasión muerte y gloriosa resurrección. Y nos dice: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mi  no tendrá más nunca hambre, el que cree en mi no tendrá más nunca sed”.

PALABRAS DE VIDA ETERNA
Así es, muchachos. Jesús tiene palabras de vida eterna. El es también  “la luz del mundo”, y nos dice: “el que me siga no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”  (Jn, 8, 12 ). Esas sorprendentes afirmaciones del Señor están en consonancia con las que acabamos de escuchar: “Yo soy el pan de vida. El que coma de este pan tendrá vida eterna, El que viene a mi  no tendrá más nunca hambre, el que cree en mi no tendrá más nunca sed.”  No es la droga ni el alcohol, ni el relajo afectivo sexual, ni la violencia ni la indiferencia religiosa lo que nos hará felices, sino seguir a Jesús y cumplir su Palaba. Y esto es cierto, pues El con sus milagros y, sobre todo con su gloriosa resurrección, demostró ser Dios mismo hecho hombre. Los invito a bendecir al Señor, pues El nos ha concedido que escucháramos sus palabras, y que las acogiéramos en nuestros corazones con una fe viva que nos ilumina para que no caminemos en las tinieblas de la incredulidad, de la mentira, del pecado  de la incredulidad, de la muerte… ¡Gracias Señor Gracias!  ¡Te bendigo y creo en ti porque tienes palabras de vida eterna!

¡ABRAMOS NUESTROS CORAZONES A JESUCRISTO!

Por eso, qué bueno es, muchachos, que abramos nuestros corazones, nuestra vida, a Jesucristo, como nos dijo el Papa Juan Pablo II. En su segunda visita a Venezuela realizada en 1996, en el encuentro celebrado en Los Próceres, en Caracas,  el muy querido Beato Juan Pablo II hizo a los jóvenes venezolanos una intensa y viva invitación: Dijo el Papa:” ¡Jóvenes: abrid las puertas de vuestro corazón a Cristo! El nunca defrauda. El es el camino de la paz, la Verdad que nos hace libres y la Vida que nos colma de alegría” (1) El Papa nos invitó a vivir nuestra fe y  abrir nuestros corazones a aquel que es la luz del mundo, el camino, la verdad y la vida.
¡Así es! Nuestra fe en Jesús es promesa real de felicidad y de vida plena. Pero debe ser una fe viva, firme, concreta, activa.  Es importante que llevemos esa fe maravillosa a la vida diaria con todos sus retos.

CONCLUSIÓN
Mis queridos hermanos: ¡Abramos nuestros corazones a Jesucristo! Sintamos, vivamos, proclamemos y celebremos nuestra fe.  Tengamos la alegría, el entusiasmo, la valentía y el orgullo de ser hijos de Dios, discípulos de Jesucristo y miembros de  la Santa Iglesia católica.  El tiene palabras de vida eterna. El es “el Camino la Verdad y la Vida” (Jn. 16,6).Imitemos en la vivencia de nuestra fe a nuestra madre amorosa María Santísima, que vivió en la fe en el hijo de Dios, y por ello fue llamada dichosa (Cfr. Lc 1, 45). Pidámosle su protección e intercesión para que, llenos de esperanza y firmes en la fe, podamos alcanzar escuchar y cumplir la Palabra de Dios para alcanzar la plena y auténtica  felicidad. Recordemos la invitación del Papa Juan Pablo II al concluir su discurso a los jóvenes en 1996: “¡Dichosos vosotros si abrís las puertas de vuestro corazón a Cristo Salvador!"    

Amén