CIUDAD DEL VATICANO, nov. 1, 2012.- Ante miles de personas que asistieron en
la plaza de San Pedro del Vaticano al rezo para conmemorar a
Todos los Santos, el Papa Benedicto XVI dijo
que los santos representan la victoria del amor sobre el
egoísmo y sobre la muerte y que viéndoles se ve que seguir a Cristo lleva a la
vida, a la vida eterna y da sentido al presente.
Durante la lectura del ángelus en la jornada que la Iglesia
Católica que precede al rezo del mediodía, el Pontífice tuvo que
interrumpirla un momento, debido al contraste entre las oscuras nubes que
amenazaban con descargar sobre el cielo de Roma y los rayos de
sol que penetraban por las mismas, que le impedían leer.
"Perdonarme, mis ojos no funcionan bien", dijo el Papa, de casi 86 años,
mientras se colocaba bien las gafas y hacia un esfuerzo por ver las letras,
mientras los rayos de sol le cegaban momentáneamente.
El Obispo de Roma manifestó que la fiesta de Todos los Santos resalta el
doble horizonte de la humanidad, que se expresa con las palabras tierra y cielo,
"la primera -dijo- representa el camino y el cielo es la eternidad, la plenitud
de la vida en Dios".
Con la fiesta de hoy -prosiguió- "saboreamos" la belleza de esta vida de
"apertura total hacia Dios".
"Con esta fe llena de esperanza veneramos a Todos los Santos y nos preparamos
a conmemorar mañana a los fieles difuntos. En los santos vemos la victoria del
amor sobre el egoísmo y sobre la muerte, vemos que seguir a Cristo lleva a la
vida, a la vida eterna y da sentido al presente y a cada momento que pasa, ya
que lo llena de amor y esperanza", afirmó.
Sólo la fe en la vida eterna, dijo, "nos hace amar verdaderamente el pasado y
el presente, y añadió: "Pero sin atarnos, en libertad".
Como es habitual, Benedicto XVI saludó en diferentes idiomas a los fieles
presentes, entre ellos español, a los que dijo que "como Iglesia peregrina, los
seguidores de Cristo celebran este jueves con gozo" la Solemnidad de Todos los
Santos, "la memoria de aquellos que son llamados amigos de Dios, cuya compañía
alegra los cielos".
"Que también nosotros, guiados por la fe y gozosos por la gloria de los
mejores hijos de la Iglesia, invocando a la bienaventurada Virgen María,
encontremos en ellos ejemplo y ayuda para alcanzar las promesas de Cristo",
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